Este pozo de agua salada, con un característico color rojizo en su interior, no solo es un recurso natural, sino también un vestigio de la conexión profunda entre las comunidades mesoamericanas y su entorno

Félix Camas CORRESPONSAL / NOTICIAS

San Cristóbal de Las Casas.- Ubicada a tan solo un kilómetro del centro del municipio de Ixtapa, la Salina es un lugar cargado de historia y tradición. Este pozo de agua salada, con un característico color rojizo en su interior, no solo es un recurso natural, sino también un vestigio de la conexión profunda entre las comunidades mesoamericanas y su entorno.
En una colina al sur del río que cruza esta región, se encuentran restos arqueológicos de la época Postclásica, como monumentos tallados y vestigios de antiguos asentamientos. Investigadores como Ayax Moreno y Herbert Castellanos han documentado que hacia 1490, este lugar formaba parte de los cuatro poblados donde el general mexica Tiltototl instaló guarniciones, destacando la importancia estratégica y económica de la salina.
«La sal obtenida en Ixtapa era vital para los tsotsiles y otros pueblos mesoamericanos, quienes dependían de este recurso debido a la distancia del mar. Hoy en día, esta tradición persiste, aunque enfrenta serios desafíos», narran los investigadores.
Doña María, guardiana de la tradición
En la actualidad, Doña María Hernández, conocida como «Doña Mary», es una de las últimas productoras de sal artesanal en Ixtapa. A sus 53 años, representa la cuarta generación de una familia que ha preservado técnicas prehispánicas para la producción de sal.
«El proceso inicia con la recolección del agua salada del pozo, ubicado cerca de su casa. Esta agua se evapora en fogones de lodo y piedra durante 12 horas continuas. Una vez evaporada, los cristales de sal se muelen y se empacan en “benequén”, bultos de palma tejidos que remiten a las prácticas tradicionales tsotsiles», comentó.
Sin embargo, este oficio enfrenta grandes retos como el costo de la leña, la competencia con la sal yodatada industrial y el desinterés social y gubernamental. Actualmente, solo tres familias en el municipio continúan con esta labor, vendiendo principalmente en comunidades cercanas como Zinacantán, San Juan Chamula y San Cristóbal de Las Casas.
Un patrimonio en peligro
El nombre de Ixtapa, que en náhuatl significa “lugar de agua salada”, evidencia la conexión histórica de este lugar con la producción de sal. Sin embargo, la falta de reconocimiento y apoyo amenaza con extinguir esta tradición ancestral.
La salina de Ixtapa no es solo un recurso económico; es un legado cultural que conecta a las comunidades actuales con sus raíces prehispánicas. Su preservación depende de esfuerzos para revalorizar su importancia histórica y económica. Sin un compromiso real, esta herencia podría perderse, dejando atrás siglos de historia y tradición.

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Ubicada a tan solo un kilómetro del centro del municipio de Ixtapa, la Salina es un lugar cargado de historia y tradición.
Foto: Félix Camas