El Enigma del Entierro del Palacio de Cortés revelado después de 50 años

Karla Gómez Noticias

Durante medio siglo, los visitantes del Palacio de Cortés, ubicado en Cuernavaca, tuvieron la oportunidad de asomarse a un intrigante entierro a través de la ventana arqueológica en el acceso del edificio. Sin embargo, un reciente estudio llevado a cabo por antropólogos físicos del Centro INAH Morelos ha revelado que la cédula que lo atribuía a un monje español, Juan Leyva, es incorrecta. Sorprendentemente, el enterramiento pertenece a una mujer tlahuica, miembro de la tribu azteca que fundó su señorío en la colina de Cuauhnáhuac.

El proceso de reestructuración del Palacio de Cortés, desencadenado por el sismo de septiembre de 2017, culminó en la creación del Museo Regional de los Pueblos de Morelos. Durante este proceso, los antropólogos físicos Pablo Neptalí Monterroso Rivas e Isabel Bertha Garza Gómez llevaron a cabo un minucioso estudio del entierro, desafiando la creencia arraigada en la cédula anterior.

La antigua cédula afirmaba que el enterramiento correspondía al monje Juan Leyva, sirviente de la marquesa Juana de Zúñiga y Arellano, esposa de Hernán Cortés. Esta conclusión se basaba en la asociación del entierro con una jamba adornada con la flor de cuatro pétalos, característica de la última etapa constructiva del siglo XVI, y su ubicación en la portería de la «casa vieja», lugar vinculado históricamente a la inhumación del fraile.

No obstante, los antropólogos físicos cuestionaron esta interpretación desde el principio. El arqueólogo Jorge Angulo había advertido previamente sobre la posibilidad de que la historia pudiera reescribirse. El análisis más detallado del contexto arqueológico reveló que el entierro estaba más relacionado con prácticas prehispánicas, específicamente de la Etapa III (1450-1500 d.C.). El estudio antropofísico in situ confirmó que se trataba de una mujer tlahuica, contradiciendo la afirmación anterior sobre Juan Leyva.

La posición del cuerpo, el tipo de enterramiento, y la ausencia de elementos asociados a la cultura católica de la época indicaron claramente un rito prehispánico. El individuo femenino, con una edad estimada entre 30 y 40 años, presentaba características craneales y pélvicas claramente femeninas. La estatura aproximada se calculó en 1.47 metros, y se identificaron marcas de modificación cefálica intencional, asociándola posiblemente a grupos prehispánicos, como los tlahuicas. El hallazgo de restos dispersos de otros dos individuos y de un húmero de cérvido adulto, utilizado como herramienta, agregó más capas de complejidad al descubrimiento.

La ventana arqueológica fue reabierta con una nueva cédula que corrigió la atribución, consignando el entierro como perteneciente a una «Mujer tlahuica». Este episodio destaca la importancia del continuo escrutinio científico en el ámbito arqueológico y subraya el compromiso del INAH en preservar de manera precisa y respetuosa el patrimonio osteológico que constituye un legado biológico y cultural único de nuestros ancestros.

Foto: Cortesía.

Pie de foto: Este episodio destaca la importancia del continuo escrutinio científico en el ámbito arqueológico.