Cuicuilco, un geositio ligado al volcán Xitle que ha sobrevivido a la expansión urbana

Karla Gómez NOTICIAS

En el bullicioso cruce de Periférico e Insurgentes, dos de las avenidas más transitadas de la Ciudad de México, se encuentra un tesoro natural e histórico poco conocido: Cuicuilco, un geositio ligado al volcán Xitle que ha sobrevivido a la expansión urbana. Este espacio, que alberga una biodiversidad única, está siendo objeto de un proyecto colaborativo entre la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), con el fin de reconocerlo como patrimonio biocultural.

La responsable del proyecto, la investigadora de la ENAH Lilian García-Alonso Alba, ha liderado esfuerzos para preservar la flora endémica de la zona arqueológica de Cuicuilco. Según explica, muchas de estas plantas, además de ser componentes del ecosistema, fueron esenciales en la vida cotidiana de las civilizaciones prehispánicas. Desde hace años, García-Alonso se ha especializado en el estudio de materiales naturales derivados de plantas y ha demostrado que especies como los agaves y cactáceas tienen múltiples aplicaciones que van desde adhesivos hasta productos de limpieza.

Cuicuilco, al igual que los pedregales de San Ángel, se desarrolló sobre la lava del volcán Xitle, que erupcionó hace más de 1,600 años. Este ambiente volcánico ha permitido la evolución de una flora diversa y resistente, que ahora es objeto de estudio y conservación. El proyecto liderado por García-Alonso busca revalorizar estas plantas no solo por su importancia ecológica, sino también por su uso ancestral, que hoy en día puede ofrecer soluciones ecológicas sostenibles.

Como parte de esta iniciativa, se han impartido talleres en la ENAH donde se realizaron pruebas de materiales vegetales en textil y papel, enseñando a estudiantes y comunidades cómo se usaban estas plantas en tiempos prehispánicos. Entre los materiales destacados están las saponinas de los agaves, que se usaban como jabones, y el mucílago de los nopales, que tiene aplicaciones en la construcción.

Cuicuilco no es solo un vestigio arqueológico; es un espacio vivo cuya flora nativa podría ofrecer claves para enfrentar los desafíos ecológicos contemporáneos. La investigadora concluye que la reactivación de estas tecnologías ancestrales es un paso hacia un futuro más sustentable, donde el conocimiento biocultural vuelve a tener un lugar central en nuestra sociedad.

Foto: Karla Gómez

Pie de foto: Cuicuilco no es solo un vestigio arqueológico; es un espacio vivo cuya flora nativa podría ofrecer claves para enfrentar los desafíos ecológicos contemporáneos.