Inocencia González Sáinz fue una figura emblemática en la preservación de la cultura cucapá
Karla Gómez NOTICIAS

En las manos de Antonia Torres González los hilos de chaquira no solo tejen accesorios, también historias y tradiciones del pueblo cucapá. Desde su poblado El Mayor, ubicado entre Mexicali y San Felipe, Baja California, esta maestra artesana y promotora cultural ha dedicado su vida a revivir y preservar el arte de su comunidad, un legado que compartió desde pequeña con su madre, Inocencia González, también una reconocida artesana y defensora ferviente de su cultura.
“Mi aventura con la chaquira comenzó cuando tenía solo nueve años, inspirada por la llegada de la antropóloga Anita Álvarez de Williams a nuestra comunidad en 1973”, relata en entrevista la maestra Antonia.
Agrega que “fue un período de renacimiento cultural, donde junto a mi madre, Inocencia González Sáinz, empezamos a rescatar las artesanías cucapá, una tradición que se remonta al siglo XVII, cuando la chaquira llegó a nosotros, con los españoles; antes se elaboraba de piedra, de barro, de conchita del mar, traían los materiales del río Colorado o del Mar de Cortés. Ya en 1973 fue que la señora Williams y el señor Juan García Aldama, un anciano respetado de nuestra comunidad, nos guiaron en este proceso de rescate”.
Inocencia González Sáinz fue una figura emblemática en la preservación de la cultura cucapá: «Mi madre fue una luchadora incansable por los derechos de nuestro pueblo y una maestra en el arte de la chaquira”, explica Antonia.
“Ella fue quien me transmitió no solo las técnicas, sino el profundo respeto por nuestras tradiciones. Antes de fallecer fue reconocida nacionalmente, recibiendo el Premio Nacional de Arte Popular en 2019 por su dedicación y habilidad en el arte de la chaquira”, agrega.
Este arte, que se manifiesta en pectorales, collares y otros accesorios, no solo adorna, también cuenta historias de un pueblo con presencia binacional: desde el Ejido El Mayor Cucapá en Mexicali, Baja California,hasta Pozas de Arvizu en San Luis Río Colorado, Sonora, y extendiéndose hasta Somerton, Arizona, en Estados Unidos.
La chaquira no solo es un material, es un vehículo de cultura y memoria. «Hay dos tipos de capas que elaboramos,» explica Antonia, «una es la capa tradicional, que puede tomar entre 8 a 10 meses para completarse debido a su entramado cerrado y se finaliza con una tira de caracolitos. La otra es más ligera, con una trama abierta que puede llevar de 10 a 30 días en crearse, usando solo chaquira y canutillo”.
Estos pectorales se tejen sin telar, directamente sobre la rodilla, utilizando una aguja delgada e hilo sintético. “El pectoral es una pieza central en la indumentaria tradicional de las mujeres cucapá, complementada con la falda de corteza de sauce o de álamo. Es más que una prenda, es una marca de identidad”, subraya la entrevistada.
Foto: Karla Gómez
Pie de foto: En las manos de Antonia Torres González los hilos de chaquira tejen historias.