La danza de San Miguel Arcángel, es una danza evangelizadora o teatralizada

Isabel Nigenda
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En el cielo zoque se ha librado una batalla. La lucha del arcángel Miguel contra Luzbel, ha sido representada frente a altares de casas de familiares que han servido a la tradición o, veneran al príncipe de la milicia celestial. La Hata Miguel-etzé, la danza de San Miguel Arcángel, es una danza evangelizadora o teatralizada, con la que, los dominicos inculcaron al pueblo zoque la veneración a San Miguel. 


De manera visual, los habitantes comprendían esta lucha del bien contra el mal, que se encuentra en el pasaje de Daniel, en las Escrituras del Antiguo Testamento. Sin embargo, desde los años 40`s del siglo pasado, la comunidad zoque no sacaba la danza. 


“Uno de los cuatro barrios antiguos de Tuxtla era San Miguel, ubicado por la lotería nacional, en lado sur oriente. Pero su iglesia cayó en el siglo XIX y el templo fue sustituido por San Roque. La imagen de San Miguel se llevó a San Roque, pero en 1934 quemaron las imágenes de San Roque y de San Miguel. Después de la quema de santos se perdió la danza de San Miguel”, comenta el antropólogo y maestro baile, Juan Ramón Álvarez.  


A causa de ser una danza no practicada, él junto a integrantes de la comunidad, investigaron acerca de este baile compuesto de siete sones ejecutados por música de tambor y carrizo. En donde participan bailes o danzantes que son los diablos y tres arcángeles. 


La investigación tomó como eje a José María Pechá, quien contó lo que vio de la danza. Así como los sones que la familia Chacón tenía sobre la Hata Miguel-etzé. Por tanto, el grupo tradicionalista armó el baile, adecuaron los pasos de otras danzas y la vestimenta de otras danzas.  


Por ello, Juan Ramón saca la danza. En medio del altar adornado de flores de crisantemos, se encuentran las tres máscaras de los arcángeles: Miguel, Rafael y Gabriel. Las máscaras talladas en madera son usadas por el grupo de baile.


En uno de los laterales del altar, yacen las máscaras de los diablos, así como las espadas y tridentes, artefactos que complementan la vestimenta de los diablos. Ellos usan huaraches, pantalón y camisa de manta, y un saco de color negro. Llevan en la mano tridentes y espadas. Se colocan la máscara color rojo y café. Simbolizan al mal.


Mientras quienes personifican a los arcángeles visten pantalón, camisa y sombrero rojo. Usan zapatos negros cerrados; también máscaras de color piel, ojos verdes y cejas pobladas. Sobre la espalda tienen alas construidas con plumas de pavorreal y chocolatillo de papel. 


Ya con la vestimenta puesta, los bailes como se le dice a los danzantes, se persignan. Llevan a cabo esta danza con el corazón y el amor que le tienen a su cultura, a esta herencia que atesoran. La sonoridad del tambor y carrizo se convierten en un sólo latido: en el pasado y presente de una comunidad que sigue vigente, que se preserva y muestra su cultura vida. 


Después de salir de la casa ubicada en el lado sur poniente, se visita la ermita El Cerrito, en donde muestran la danza completa, ya que ahí fue donde inició el baile. Posteriormente, se visitan diferentes hogares en donde veneran a San Miguel o, han servido al costumbre. 


El Hata Miguel-etzé está integrado de siete sones. En el primer son aparecen los ángeles; en el segundo aparecen los diablos; en el tercer son pelean; en el cuarto, vencen a San Miguel: los diablos bailan contentos que vencieron y san Miguel,quien es enviado de Dios, llora porque perdió.


Durante el quinto son, se pelean los ángeles con los diablos y recuperan a San Miguel; en el sexto, San miguel vuelve a pelear con el diablo y gana. El diablo es condenado a que se vaya a las tinieblas, por tanto, se le quema triqui a Luzbel, y se esfuma. En el último son, bailan de contentos que los ángeles han vencido. 


“San Miguel representa el bien, dentro de la religión. Si nos remontamos a los elementos prehispánicos tendrán que decir que hay dos fuerzas: el frío y el calor, arriba y abajo, el bien y el mal”, informa Juan Ramón Álvarez Vázquez.


Asimismo, resalta que, el culto a San Miguel arcángel es muy importante entre los zoques de Tuxtla, “pues esta fiesta determina el fin de las lluvias con rayo y el tiempo del cambio de clima. Con esta fiesta llega la estación del otoño, tiempo en que el elote pasa a ser mazorca. San Miguel representa al rayo y al viento, en su espada reside el poder de quitar y poner tormentas, huracanes y él como viento hace que lleguen las nubes de agua y de frío. San Miguel arcángel es el jefe del Ejército de Dios, por eso en muchos pueblos zoques lo celebran con danzas y rituales agrícolas”. 


También enfatiza que esta danza estacional tiene relación con la entrada del otoño. Además, anuncia la fiesta del Rosario del prioste mayor: “Aunque nosotros no seamos agricultores en la fiesta está presente el maíz, nosotros nos debemos al ciclo agrícola. Viene el tiempo de la abundancia, de la mazorca, de la fiesta del niño Dios, del pequeño sol. Puesto que todo está concatenado. En algunos pueblos se habla que San Miguel representa a Quetzalcóatl, porque de los cuatro dioses primigenios de la creación del mundo, Tláloc es verano, Quetzalcóatl es otoño, y Xipe Tótec primavera”. 


Álvarez Vázquez, subraya que cada baile está acomodado en su ciclo y su tiempo. De tal forma que no se puede bailar fuera del tiempo que es. 


Los bailes participan en el Hata Miguel-etzé, lo hacen con devoción, con compromiso, con quienes les anteceden: maestros, músicos y bailes…

Foto: Isabel Nigenda