
Chiapa de Corzo se envuelve en un ambiente de profunda fe y tradición con la recolección de la flor de Niluyarilu
KARLA GÓMEZ NOTICIAS

Chiapa de Corzo se envuelve en un ambiente de profunda fe y tradición con la recolección de la flor de Niluyarilu, una práctica ancestral que honra al Niño Florero y que representa una de las expresiones culturales más significativas del pueblo chiapacorceño. Esta flor, de colores vibrantes y carácter sagrado, simboliza una promesa cumplida y un legado que ha sido transmitido de generación en generación.
La tradición inicia con la peregrinación de los floreros, un recorrido que se extiende por siete días y que los conduce hacia las montañas cercanas en busca de la flor de Niluyarilu. Se trata de un viaje arduo, tanto físico como espiritual, que pone a prueba la resistencia y la fe de quienes participan. Antiguamente, este trayecto se realizaba completamente a pie y congregaba entre 40 y 60 personas; sin embargo, con el paso del tiempo y el fortalecimiento del sentido comunitario, la cifra ha crecido de manera notable. Hoy, más de 500 floreros participan en esta caminata, manteniendo viva una tradición que se niega a desaparecer.
Don Tomás Nigenda, patrón de los niños floreros, explica que este aumento refleja el compromiso de las nuevas generaciones con su herencia cultural. Aunque las condiciones del recorrido han cambiado y ahora se cuenta con ciertos apoyos logísticos, el espíritu de sacrificio y devoción permanece intacto.
Al concluir el recorrido, los floreros regresan a Chiapa de Corzo y llegan a la iglesia de El Calvario, donde la flor de Niluyarilu es colocada en el altar del Niño Florero. Este momento marca el cumplimiento de la promesa y es acompañado por oraciones, agradecimientos y muestras de fe. “Venimos en busca de la flor para el Niñito Florero, le damos gracias por un año más y por permitirnos cumplir con nuestra promesa”, comparte uno de los jóvenes floreros, subrayando la importancia de este ritual para la identidad del pueblo.
La caminata inicia con la salida hacia el Rodeo y atraviesa un paisaje montañoso que exige esfuerzo y constancia. A pesar del cansancio y las dificultades del camino, los floreros encuentran en la tradición la motivación para continuar. “La importancia más que nada es para el Niñito”, afirma otro participante, quien señala que en su andar también encomienda a familiares, amigos y a sí mismo.
Más allá del acto religioso, la recolección de la flor de Niluyarilu es un recordatorio de la riqueza cultural de Chiapa de Corzo. Es una tradición que se adapta a los tiempos modernos sin perder su esencia y que reafirma el valor de la memoria colectiva. El regreso de los floreros no solo representa una promesa cumplida, sino también la fuerza de una comunidad que encuentra en sus tradiciones la base de su identidad y su permanencia en el tiempo.
FOTO: KARLA GÓMEZ
PIE DE FOTO: Más allá del acto religioso, la recolección de la flor de Niluyarilu es un recordatorio de la riqueza cultural de Chiapa de Corzo.

