La arqueóloga Cristell Delesma habló en el Museo Regional de Chiapas

KARLA GÓMEZ NOTICIAS

La arqueóloga Cristell Delesma habló en el Museo Regional de Chiapas sobre Mitogramas, tejidos en los lienzos de Venustiano Carranza, Chiapas, un acercamiento etnográfico, donde exploró la riqueza simbólica de los textiles tradicionales y su presencia en el carnaval totik.
Explicó que un mitograma es un código gráfico que utiliza imágenes o símbolos para representar hechos, relatos o ideas relacionadas con mitos: “Se refiere a la representación visual de conceptos o narrativas míticas, y también puede designar un tipo de crucigrama o pasatiempo cuyo contenido se basa en la mitología. Los mitogramas los tenemos presentes en los textiles de Venustiano Carranza”.
Uno de los relatos centrales abordados en su investigación fue el mito del carnaval totik, el cual recopiló a través de testimonios en un trabajo de etnografía participativa. En esta narrativa mítica, los ach’el jo’es (agua de lodo), fueron a jugar con los chilal jo’es (mira agua), un evento que desencadena una serie de venganzas míticas, y la participación de otros seres como los tan okes (pies de ceniza).
“El juego consistía en aventarse para arriba. Los chilal jo’es comenzaron a morir y pidieron ayuda a los tan okes. Los tan okes se vistieron de de chilal jo’ es y fueron a jugar contra los ach’ el jo’es. Los ach’ el jo’es comenzaron a morir, y luego se dieron cuenta de que estaban jugando contra los tan okes. Los ach’el jo’es se fueron a su pueblo para planear la venganza, además planearon usar al chanul nichim para acabar con los tan okes”, contó.
Delesma detalló que la venganza de los ach’el jo’es, fue llevar al chanul nichim a San Bartolomé para acabar con el pueblo: “Dos niños se dieron cuenta de que los ach’el jo’es iban de camino al pueblo y le avisaron a los tan okes. Los hombres sabios fueron a taparle el camino a los ach’el jo’es. Llevaban cuatro gallinas primerizas con huevos (mujeres embarazadas), para alimentar al chanul nichim.
Subrayó que el animal fue liberado en Copanahuastla y ahí le dieron de comer. Mientras que, el chanul nichim destruyó su propio pueblo y luego se convirtió en un hombre negro (en el siglo XVI-XIX): “El hombre negro se puso en el camino entre San Cristóbal y Comitán para esperar a los tan okes y matarlos. Luego los tan okes, buscaron su escondite y vigilaron sus movimientos. Los hombres con nahual de insecto actuaron primero. Después el rayo encendió su cigarro y todo se empezó a nublar y luego empezó a llover”.
La conferencista mencionó que, los relámpagos partieron al hombre negro en pedazos. Las partes del cuerpo del hombre negro fue arrojado en diferentes partes del mundo.
“Actualmente se cree que el hombre negro una vez fue resucitado, se convirtió en el ti’ y puede ser visto los días viernes alrededor del pueblo. El ti’ se presenta en forma de gallito negro y puede robarse a las mujeres y niños”, añadió la arqueóloga.
Además, resaltó cómo en la cosmovisión el tiempo es lineal no cíclico, y el carnaval no es una simple escenificación sino una vivencia. Ya que, para ellos, el carnaval es una forma de recordar y revivir los mitos, cada representación es una batalla vivida de nuevo. Por tanto, es un tiempo de caos, de expresión libre y al mismo tiempo, un acto de memoria colectiva.
“La representación del hombre negro y otros personajes míticos se entrelazan con elementos simbólicos como el gusano, el machete, el ave (el gallito negro), y la milpa. Estos elementos no solo viven en las narraciones, sino también en los textiles”, señaló.
Por último, recalcó que, sin etnografía, su trabajo no sería posible: “Para ellos, su cultura no es algo que se estudie: es su forma de vivir, de ver el mundo, de verse en el mundo”.
FOTO: KARLA GÓMEZ
PIE DE FOTO: La conferencista mencionó que, los relámpagos partieron al hombre negro en pedazos.