Los compositores imaginaron el sonido de las ciudades, las máquinas y el vértigo de la modernidad

KARLA GÓMEZ NOTICIAS

El Palacio de Bellas Artes fue el escenario de una velada inolvidable con la presentación de Ballet Mécanique. Vanguardia futurista, a cargo de Tambuco, Ensamble de Percusiones de México. El concierto, organizado por la Coordinación de Música y Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), organismo de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, tuvo lugar la noche del sábado 29 de noviembre y ofreció un viaje sonoro a través de la historia musical del siglo XX. Cada obra reveló cómo, desde hace casi cien años, los compositores imaginaron el sonido de las ciudades, las máquinas y el vértigo de la modernidad.

La atmósfera quedó definida desde la primera pieza, Sextet de Steve Reich, en la que marimbas, vibráfonos, platillos, bombos, teclados y piano formaron un entramado rítmico vibrante. Los integrantes de Tambuco se desplazaron entre instrumentos con una precisión admirable, superponiendo capas sonoras que crecían, se tensaban y se relajaban, casi como si el escenario mismo cobrara vida. La energía del ensamble anticipó el tono audaz y experimental que marcaría el resto del programa.

Entre cada obra, el director artístico Ricardo Gallardo compartió reflexiones sobre la relación entre arte y tecnología, subrayando cómo la fascinación por las máquinas ha acompañado a la creación sonora desde sus orígenes. “Hace 100 años estaban fascinados con las máquinas”, comentó, recordando las obras sinfónicas que imitaban locomotoras o paisajes urbanos. También destacó que la invención de herramientas forma parte esencial de la historia humana: “Desde que el ser humano descubrió un palo para utilizarlo de herramienta o un par de piedras para entrechocarlas y provocar chispas, desde entonces no paramos de inventar”.

Tras el intermedio, Gallardo contextualizó dos obras fundamentales del repertorio percusivo: Rítmicas (1930), de Amadeo Roldán, e Ionisation (1931), de Edgard Varèse. Explicó que, aunque ambas fueron pioneras en escribir específicamente para instrumentos de percusión, sus enfoques difieren: Roldán se ancla en el pulso y la danza, mientras que Varèse explora el timbre como una fuerza sonora expansiva. “Es una lluvia de timbres y de masa”, señaló, resaltando la manera en que estas creaciones hermanas abrieron la puerta a nuevas formas de experimentar el ritmo.

El cierre del concierto estuvo dedicado a Ballet Mécanique, obra de George Antheil concebida en 1924 para una película experimental. Su concepción original incluía pianolas mecánicas, percusiones y sonidos industriales, visionarios para su época pero casi imposibles de sincronizar con la tecnología disponible entonces. Gallardo recordó este fracaso inicial, pero también su impacto: “Antheil soñaba con pianolas mecánicas conversando con pianos, instrumentos en vivo y sonidos que recrearan la modernidad que apenas comenzaba”.

En escena, cuatro pianos —interpretados por Duane Cochran, Ana Gabriela Fernández, Gonzalo Gutiérrez y Józef Olechowski— dialogaron con tambores, campanas, platillos y elementos inesperados como sirenas y ventiladores domésticos, estos últimos generando un zumbido que evocaba el vuelo de los monoplanos de los años veinte. El público reaccionó sorprendido: “La parte de la sirena me pareció rara, pero tenía todo el sentido. Los ventiladores fueron una locura”, relató Leonardo entre risas. Virginia, otra asistente, destacó el virtuosismo del ensamble: “Ver cómo se sincronizan cuatro pianos no es algo que ves todos los días”.

Con más de treinta años de trayectoria, Tambuco se ha consolidado como uno de los ensambles de percusión más destacados a nivel internacional, con giras en cinco continentes y cuatro nominaciones al Grammy. Su actuación en Bellas Artes reafirmó su vocación por expandir los límites del lenguaje percusivo y su compromiso con la música contemporánea.

Ballet Mécanique. Vanguardia futurista colocó a la percusión al centro de un relato que abarca un siglo de imaginación sonora, recordando que la modernidad, con su caos y su belleza, también se escucha.

FOTO: KARLA GÓMEZ

PIE DE FOTO: Su actuación en Bellas Artes reafirmó su vocación por expandir los límites del lenguaje percusivo.