La película se estrenó en 2023, en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara

KARLA GÓMEZ NOTICIAS

El director Humberto Gómez Pérez obtuvo el Premio Venado de Plata 2025, en el Quinto Concurso de Cine Antropológico Miradas sin tiempo, con el mediometraje antropológico Ch’ul be, senda sagrada.

La película se estrenó en 2023, en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, y en el Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam (IDFA), uno de los festivales más grandes del mundo.

Además, se presentó en San Andrés, en el escenario principal de la fiesta grande, donde la gente se sorprendió al reconocerse en pantalla, escuchar su lengua y ver su entorno.

El documental será proyectado en el Festival de Cine Ocote: Miradas encendidas, el viernes 10 de octubre a las 16:00 horas, en el foro cultural Kinoki, San Cristóbal de Las Casas.

En entrevista, el cineasta compartió sentirse profundamente agradecido y emocionado, ya que considera que es un reconocimiento no solo a su trabajo, sino también a la memoria viva de su pueblo San Andrés y a las voces que se escuchan en la película.

“Cobra un sentido aún más especial porque mis padres también fueron protagonistas en este filme. Es como si el destino me hiciera volver al origen de mis sueños, a la raíz de la historia, pues desde niño crecí acompañando los procesos del sistema de cargos en mi pueblo, ya que mi familia siempre ha estado vinculada a ellos”, dijo.

Al cuestionarle qué representa para él y su comunidad este reconocimiento, destacó que significa que la manera de ver y sentir el mundo también tiene un lugar dentro del cine internacional: “Para mi comunidad, es una oportunidad de mostrar que nuestras historias, rituales y cosmovisiones son valiosas y universales, que dialogan con el presente y que pueden dejar un legado a las futuras generaciones. En la película busco reconstruir una memoria: contar el surgimiento de nuestro pueblo, que existe desde antes de la conquista, y darle forma en imágenes”.

El entrevistado, dio a conocer que, Ch’ul be, habla del camino sagrado que sostiene la vida comunitaria en su el pueblo tsotsil de San Andrés y, además, refleja los compromisos colectivos que mantienen el equilibrio de la vida.

“Como director, quise mostrar la espiritualidad, la cosmovisión, la fuerza de la tradición y la relación profunda con la naturaleza y lo sagrado. Nuestro mundo es cíclico: los cargos cumplen un año y pasan a otra persona, las familias de músicos heredan su música a los hijos, y el pueblo también tiene sus ciclos de vida”, mencionó.

Humberto Gómez Pérez, sostuvo que el aprendizaje que le dejó el proceso de creación de Ch’ul be, senda sagrada fue la paciencia y la escucha. Puesto que entendió que el cine no solo es observar, sino convivir y abrir el corazón para que las imágenes nazcan desde el respeto y la confianza.

“La película tomó más de seis años de trabajo, tiempo en el que pude conocer más a fondo a mi pueblo, generar vínculos y amistades, y ganarme la confianza de la gente. Aunque pertenezca al mismo pueblo y hable la lengua, no era garantía de que me dejaran filmar: existe una desconfianza hacia quienes han llegado a extraer conocimientos sin devolver nada”, añadió.

Ante esto, indicó que, con esta película, en cambio, regresa imágenes, fotos y videos a la comunidad, “y hoy el pueblo se siente feliz al ver que su historia se proyecta en distintas partes del mundo. Confirmé también que el cine puede ser un puente de diálogo entre generaciones. Pero también fue escuela, con este proyecto pude contar con distintos apoyos como lo fue el Estímulo a la Creación Audiovisual en México y Centroamérica para Comunidades Indígenas y Afrodescendientes (ECAMC), del IIMCINE y del FONCA. Sin esos apoyos no hubiéramos logrado este filme. Pero lo más importante es que consolidas un equipo de trabajo, en este proceso, Xun Sero, cinefotógrafo de la película, estuvo siempre en todas las etapas, con él aprendí mucho desde su mirada y su sensibilidad de como hacia su trabajo”.

El cineasta resaltó que este proceso no solo se trató de entrevistas, sino de participar en las celebraciones, grabar fiesta tras fiesta, caminar los mismos caminos, acompañar a las familias en sus cargos y estar en su cotidianidad.

“Ganarme la confianza fue clave. Incluso con mis padres como protagonistas. El reto fue cómo grabarlos sin caer en lo obvio: la película no debía ser solo registrar la mayordomía, sino también la vida diaria y lo que implicaba el cargo, sus retos y sus complicaciones, porque hacer un cargo está lleno de sacrificios. Regresar materiales visuales y audiovisuales a la comunidad fue lo que abrió la puerta para contar esta historia. Y por parte del equipo de producción fue de hablar mucho, de mucha retroalimentación, este proyecto nació de un diplomado que ofrece la Escuela de Cine de San Cristóbal, y con la ayuda de los maestros y compañeros se fue consolidando la historia”, comentó.

Sobre la importancia que tiene el cine antropológico para preservar y difundir la identidad cultural, dijo que, el cine antropológico crea puentes entre el conocimiento académico, el arte y la memoria viva de los pueblos.

“Permite preservar prácticas culturales y compartirlas con el mundo, siempre que se haga desde el respeto. Y aún más valioso cuando quienes pertenecemos a los pueblos somos quienes contamos nuestras historias, para que no pierdan su sentido profundo y se haga desde el respeto. Ch’ul be, senda sagrada es, en ese sentido, una forma de resistencia cultural y de visibilización”, puntualizó.

FOTO: CORTESÍA

PIE DE FOTO: En entrevista, el cineasta compartió sentirse profundamente agradecido y emocionado.