Jhonatan González NOTICIAS


Ubicado a tan solo 4.5 kilómetros de San Cristóbal de Las Casas se ubica la Reserva Ecológica Huitepec, cuya altitud y humedad han dado origen a uno de los ecosistemas más extraordinarios: el bosque mesófilo de montaña o “bosque de niebla”. Este ecosistema, aunque frágil, alberga una gran riqueza de flora y fauna endémica y en riesgo de desaparición.
De acuerdo con investigaciones de especialistas en el ramo, desde 1986 la ladera este-noroeste del Huitepec fue protegida mediante un fideicomiso de conservación, posteriormente establecida como Reserva Ecológica bajo el cuidado de la organización Pronatura, cuya iniciativa surgió a través de la preocupación de vecinos y ambientalistas por conservar uno de los últimos reductos del bosque mesófilo de montaña en la región.
Hoy, el Huitepec es un refugio natural para quienes buscan desconectarse del bullicio urbano. Un sendero de 2 kilómetros que permite a los visitantes adentrarse en el corazón del bosque, donde el canto de aves como el clarín jilguero, el trogón mexicano o el raro chipe rosado acompaña la caminata.
La literatura indica que la reserva protege más de 300 especies de plantas vasculares, entre ellas el roble rojo (Quercus laurina), la marangola (Clethra chiapensis), y árboles de aguacate silvestre. En cuanto a fauna, se han documentado alrededor de 100 especies de aves, varias de ellas migratorias y en peligro de extinción, como el chipe mejilla dorada (Dendroica chrysoparia) o el tecolote barbudo (Megascops barbarus).
También habitan mamíferos como ardillas voladoras, puercoespines, armadillos, zorros y murciélagos, además de especies únicas como la musaraña de San Cristóbal (Sorex stizodon) y el ratón chiapaneco (Peromyscus zarhynchus). Reptiles y anfibios endémicos, como el dragoncito de labios rojos (Abronia lythrochila) o la falsa nauyaca tzotzil (Cerrophidion tzotzilorum), completan esta impresionante biodiversidad.
El bosque del Huitepec no solo es vital por su riqueza natural y su valor cultural: también provee el 80% del agua potable a San Cristóbal, Chamula y Zinacantán. Sin embargo, este recurso se ve cada vez más presionado por su explotación intensiva, incluso por empresas trasnacionales.
Además, el Huitepec tiene un profundo valor espiritual para los pueblos originarios. Sin embargo, este equilibrio entre cultura y naturaleza es frágil. La recolección masiva de plantas como el kilón (Tillandsia eizii) o el naranjillo (Myrsine juergensenii) para ceremonias religiosas está reduciendo sus poblaciones, pues estas especies requieren condiciones muy específicas para su desarrollo y crecen en pocas zonas.
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Este ecosistema, aunque frágil, alberga una gran riqueza de flora y fauna endémica y en riesgo de desaparición.
Foto: Jhonatan González