Jhonatan González NOTICIAS

En las riberas de la comunidad Las Flechas municipio de Chiapa de Corzo, el característico color naranja del cempasúchil anuncia la llegada del Día de Muertos y con él, una de las cosechas más esperadas del año.
En un recorrido por el campo de cosecha, Edilberto Jiménez Gómez, productor local y representante de una familia que por generaciones ha cultivado esta flor, celebró una temporada excepcional marcada por la abundancia y la preservación de una tradición que data de la década de 1970.
“Este año fue muy bueno, gracias a Dios. Hubo bastante lluvia y la producción llegó casi al cien por ciento,” comenta Jiménez Gómez, mientras recorre los campos donde las flores alcanzan hasta 1.80 metros de altura. En comparación con 2024, cuando las sequías redujeron la producción a un 60 o 70 %, este 2025 representa una recuperación significativa.
El cultivo del cempasúchil inicia en julio con la siembra de almácigos. Una vez que las plantas alcanzan unos 15 centímetros, se trasplantan al terreno definitivo, donde se cuida la tierra, se afloja con coa y se vigila la humedad para asegurar su crecimiento. “La lluvia fue clave. No nos hizo falta este año y eso se nota en el tamaño y el color de la flor,” afirma el productor.
En su parcela de una hectárea, Jiménez estima que obtendrán más de 800 tercios de flor, el doble que el año anterior. Cada tercio se vende en campo entre 60 y 70 pesos, aunque el precio aumenta en los mercados y puntos de reventa, como el centro de Tuxtla Gutiérrez o municipios de Los Altos, e incluso llega a otros estados como Puebla, donde crece la demanda para los altares de Día de Muertos.
La cosecha es también un evento familiar y comunitario. “Desde los niños hasta los abuelos participan. Es una fiesta, todos ayudamos a cortar y amarrar los tercios,” relata Jiménez. En el proceso final, colaboran alrededor de 15 personas, en su mayoría familiares, lo que refuerza los lazos comunitarios y la transmisión de saberes agrícolas tradicionales.
Además de su valor simbólico, el cempasúchil cumple un papel ecológico importante, pues atrae polinizadores y se cultiva sin insecticidas. “Cuando empieza a florecer, ya huele a Todos Santos; decimos que las almas se acercan. Esa es la magia del cempasúchil,” expresa con orgullo.
A pesar de los retos económicos que implica su producción, los agricultores de la Ribera Las Flechas mantienen viva la tradición por convicción y amor a sus raíces. “A veces la ganancia es poca, pero lo hacemos por costumbre, por lo que nos dejaron los abuelos. Esto no se debe perder,” concluye el productor, mientras se prepara para el corte final antes del 31 de octubre.
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El característico color naranja del cempasúchil anuncia la llegada del Día de Muertos y con él, una de las cosechas más esperadas del año.
Foto: Jhonatan González
