Ana Liz Leyte NOTICIAS

Aunque su jornada laboral inicia alrededor de las 9 de la mañana, el señor Fernando Ramírez tiene que estar antes de la 6 de la mañana en la casa de su patrón para recibir indicaciones de los trabajos del día, empleo que le permite llevar el sustento a su hogar.
Desde muy temprano y durante las horas de intenso calor, trabaja bajo los rayos del sol con una gorra y una playera que no lo protegen en su totalidad, sin embargo, con el paso de los años se ha ido acostumbrando.
Sin documentos que avalen y reconozcan sus conocimientos en ingeniería civil, o arquitectura, Fernando Ramírez, se ha dedicado por tres décadas a la edificación, construcción y remodelación de viviendas.
Ser albañil, peón u obrero de tiempo completo, es una actividad agotadora confiesa don Fernando, porque implica desgastar y forzar el cuerpo a todo lo que da día tras día, esto, aunque su labor no sea remunerada por el esfuerzo y dedicación que le pone a cada trabajo.
El maestro albañil admite que trabajar en el sector de la construcción de manera informal no es la mejor opción, aunque tampoco la peor de ellas, ya que argumenta, que quienes son empleados para obras son “negreados” por empresas que ponen en desventaja y en riesgo a quienes se dedican al “arte” de la construcción.
Aunque el trabajador percibe al día lo equivalente al salario mínimo, no cuenta con seguridad social, pese a que los empleadores están obligados a inscribir a los trabajadores al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), desde el primer día de labores y cuentan con un plazo límite de hasta 5 días hábiles para hacerlo, de lo contrario podría ser sancionados.

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Ser albañil, peón u obrero de tiempo completo, es una actividad agotadora.
Foto. Ana Liz Leyte