Los cambios en el nivel de la presa han vuelto a cubrir los vestigios del antiguo pueblo que emergió durante la sequía de hace dos años

Jhonatan González NOTICIAS

Pedro Pablo Ruiz Hernández, habitante de La Concordia, Chiapas, relató cómo los cambios en el nivel de la presa han vuelto a cubrir los vestigios del antiguo pueblo que emergió durante la sequía de hace dos años.
Hace aproximadamente dos años, los habitantes de La Concordia, Chiapas, fueron testigos de un fenómeno extraordinario: la reaparición de su antiguo pueblo, sumergido desde hace más de 50 años bajo las aguas de la presa La Angostura. La sequía permitió que se asomaran nuevamente los restos de casas, calles y estructuras que una vez fueron el corazón de la antigua Concordia. Sin embargo, este año la situación ha cambiado radicalmente.
“El nivel de la presa ha subido más que en los últimos cuatro años”, cuenta Pedro Pablo Ruiz Hernández, pescador y vecino de La Concordia. “Nosotros pensábamos que no iba a subir, pero con los huracanes, la presa ya va para arriba y parece que seguirá subiendo”. Según don Pedro, desde los meses de junio y julio las lluvias aumentaron el caudal de los arroyos y ríos que alimentan la presa. “Va subiendo como unos 500 metros o menos”, calculó.

Con este aumento, los restos del antiguo pueblo han vuelto a quedar sumergidos, posiblemente hasta los meses de febrero o marzo del próximo año, cuando suele comenzar a bajar el nivel del agua. “Sí, la antigua Concordia ya está otra vez bajo el agua”, confirmó don Pedro con nostalgia.
El fenómeno del ascenso y descenso del agua no sólo afecta la visibilidad de la antigua comunidad, también impacta directamente en la vida de los pescadores. “Nos afecta porque disminuye el espacio para pescar. Y también al cultivo del maíz, todo lo que depende del agua”, explicó. En tiempos de sequía, la falta de agua reduce el hábitat del pez; en época de abundancia, la situación tampoco mejora: “Con mucha agua, el pescado se riega por donde quiera, encuentra comida y ya no se mueve, se ancla”.
Don Pedro forma parte de la cooperativa de pescadores de La Concordia, que agrupa a unos 180 miembros, de los cuales alrededor de 150 están activos en la pesca. La producción diaria varía según la temporada. “En junio y julio sacábamos entre 600 kilos hasta una tonelada diaria, pero ahora bajó a 300 o 400 kilos por tanta agua”, dice. A pesar de los cambios, el precio del pescado se ha mantenido en 60 pesos por kilo.
En su relato, don Pedro nos guía con precisión geográfica por lo que alguna vez fue su hogar. “La antigua Concordia está hundida por donde están las torres. Ahí estaba el parque, la iglesia, la primaria, el sector salud, la rotonda con su fuente. Más adelante estaban las casas, hasta llegar al pueblo del Tanque”, describió.
Han pasado cinco décadas desde que el viejo pueblo quedó bajo el agua debido a la construcción de la presa, y aunque los habitantes fueron reubicados, el recuerdo sigue latente. “Da tristeza, porque era un pueblito chingón. Tenía sus minas salineras, se vivía muy tranquilo. Aquí había vega donde se sembraba arroz, frijol, había vertientes de agua cristalina, y allá donde nos llevaron, no hay eso”.
No obstante, reconoce que la Comisión les otorgó viviendas nuevas. “A todos los que tenían casa se les dio su vivienda. Claro que no es lo mismo, pero nos repusieron el hogar”, dice. Hoy, don Pedro vive del maíz y la pesca. “Tenemos un terrenito donde sembramos un poco, y la pesca nos ayuda a sobrevivir, no vivimos con lujos, pero ahí la llevamos”.
Entre aguas que suben y bajan, y memorias que resurgen con cada sequía, los habitantes de La Concordia siguen adelante. Con ellos, vive la historia sumergida de un pueblo que, aunque ya no se ve, permanece presente en la memoria de quienes lo habitaron.

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Pedro Pablo Ruiz Hernández, habitante de La Concordia, Chiapas, relató cómo los cambios en el nivel de la presa han vuelto a cubrir los vestigios del antiguo pueblo que emergió durante la sequía de hace dos años.
Foto: Jhonatan González