Donald Trump respalda la reapertura del gobierno; los demócratas dividen sus posturas sobre los subsidios sanitarios

La Razón Online

El Senado de Estados Unidos aprobó ayer, con 60 votos a favor y 40 en contra, un acuerdo bipartidista que busca poner fin al cierre gubernamental más largo en la historia del país. La medida restablece el financiamiento federal y garantiza el pago de salarios atrasados a cientos de miles de empleados, además de reactivar programas esenciales como la asistencia alimentaria SNAP. El proyecto pasa ahora a la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, donde se espera una votación el miércoles antes de su envío al presidente Donald Trump, quien ha calificado el acuerdo de “muy bueno”.

Durante las seis semanas de cierre, el país experimentó interrupciones severas: aeropuertos con retrasos prolongados, suspensión de ayudas sociales y la paralización de agencias clave. El acuerdo del Senado busca restablecer la estabilidad administrativa hasta el 30 de enero, evitar despidos en la plantilla federal y devolver cierta previsibilidad al aparato gubernamental. Sin embargo, deja pendiente la prórroga de los subsidios de salud del programa Obamacare, cuya expiración afectaría a más de 20 millones de personas.

Para llegar a dicha votación, ocho senadores demócratas se sumaron a los republicanos para destrabar el conflicto, mientras el resto de su bancada rechazó la medida por no incluir una extensión inmediata de los subsidios médicos. Jeanne Shaheen y Maggie Hassan, ambas de Nuevo Hampshire, junto con Angus King, independiente de Maine, encabezaron el grupo que apostó por una salida pragmática. “Era la única opción sobre la mesa”, declaró Shaheen tras la sesión, subrayó que el acuerdo permitirá reabrir el gobierno mientras continúan las negociaciones sobre atención sanitaria.

Por su parte, el líder de la minoría demócrata, Chuck Schumer, votó en contra y calificó el acuerdo de “insuficiente”. En su intervención, lamentó que los republicanos se negaran a vincular la reapertura del gobierno con la protección de los subsidios, señaló que “el pueblo estadounidense enfrenta una crisis sanitaria provocada por las políticas de la administración Trump”. Otros senadores demócratas, como Bernie Sanders y Chris Murphy, coincidieron en que aceptar el pacto sin garantías sobre la cobertura médica era un “error estratégico”.

Mientras que Greg Casar, presidente del Caucus Progresista, calificó la decisión del Senado como una “traición” a los votantes que esperan que el partido defienda el acceso a la atención médica. Aún así, algunos líderes, entre ellos Hakeem Jeffries, respaldaron la gestión de Schumer, destacando que “la presión pública ha obligado a los republicanos a ceder terreno”.

SALUD Y DEUDA. El acuerdo, que extiende el financiamiento federal por tres meses, deja al país ante un dilema fiscal y sanitario. Aunque la reapertura aliviará la carga de miles de empleados y beneficiarios de programas sociales, no detiene el incremento de la deuda nacional, que supera ya los 38 billones de dólares. Los analistas advierten que la prórroga sólo aplaza una discusión más profunda sobre la sostenibilidad del gasto y el alcance del poder ejecutivo en decisiones presupuestales.

En tanto, el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, republicano por Luisiana, convocó a los legisladores a regresar a Washington “de inmediato”. Johnson aseguró que la votación podría realizarse el miércoles, aunque descartó acelerar el procedimiento mediante la suspensión de reglas. “Tenemos que hacerlo lo más rápido posible”, dijo, al tiempo que los instó a priorizar el debate fiscal sobre la política sanitaria.

A su vez, la presidenta del Comité de Asignaciones del Senado, Susan Collins, defendió la idea de mantener los créditos fiscales con modificaciones que limiten los ingresos de los beneficiarios, propuesta que algunos demócratas han mostrado disposición a discutir. “Necesitamos actuar antes de que termine el año, y eso es precisamente lo que ha prometido el líder de la mayoría”, dijo.

Por su parte, Trump celebró la decisión del Senado y prometió firmar la ley tan pronto como llegue a su escritorio. “Vamos a reabrir nuestro país muy pronto”, dijo en un mensaje desde la Casa Blanca, atribuyendo la victoria a su administración. No obstante, sus críticos recuerdan que fue su insistencia en los recortes y su disputa con el Congreso lo que detonó la parálisis administrativa.

El cierre, que dura 41 días, dejó al descubierto las tensiones entre la Casa Blanca y el Congreso, así como las limitaciones del sistema bipartidista en tiempos de polarización extrema. Según una encuesta de Reuters/Ipsos realizada a finales de octubre, el 50 % de los estadounidenses responsabiliza a los republicanos del cierre, mientras que el 43 % culpa a los demócratas. El costo político se refleja en la pérdida de confianza en las instituciones y en el impacto directo sobre la economía: las aerolíneas, el turismo y los contratistas federales reportaron pérdidas significativas durante el estancamiento.

Asimismo, las bolsas reaccionaron positivamente tras conocerse la aprobación en el Senado, con un repunte inmediato en los índices principales. Sin embargo, economistas advirtieron que la incertidumbre sobre la deuda pública y los subsidios sanitarios podría revertir esa tendencia si el Congreso no concreta una solución de largo plazo.

El acuerdo incluye, además, la restitución de los trabajadores despedidos durante el cierre y garantiza el pago retroactivo de los salarios retenidos. Miles de familias afectadas por la suspensión de servicios federales esperan ahora recuperar cierta estabilidad, aunque con la preocupación de que el problema se repita a comienzos del próximo año si no se aprueba un presupuesto definitivo.

Mientras tanto, se perfila un debate intenso sobre la extensión de los subsidios médicos, que podría redefinir la correlación de fuerzas en el Congreso. Los republicanos insisten en reformar la “ley de atención médica inasequible”, los demócratas moderados buscan preservar los créditos fiscales de la era de la pandemia.

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Donald Trump respalda la reapertura del gobierno; los demócratas dividen sus posturas sobre los subsidios sanitarios.

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