Karla Gómez NOTICIAS

En el norte de México, el cine ha dejado de ser solo entretenimiento para convertirse en una poderosa herramienta de expresión y conciencia social. En Saltillo, Coahuila, el colectivo Sin Llorar, liderado por el cineasta Reginaldo Chapa Romero, ha encontrado en el séptimo arte un medio para acercarse a las realidades de los sectores más vulnerables, particularmente a través del proyecto “Cine a dos voces: Taller de documental para adolescentes”.

Este proyecto, seleccionado por el Estímulo a la Formación Audiovisual Independiente (EFAI), una iniciativa de la Secretaría de Cultura y el IMCINE, se centró en brindar a jóvenes de contextos difíciles la oportunidad de contar historias reales, sensibles y urgentes. “Unimos la voz de los jóvenes con la voz de los migrantes”, señala Chapa, al explicar que los adolescentes participantes visitaron la Casa del Migrante de Saltillo, un espacio emblemático que ofrece refugio a cientos de personas en tránsito.

El resultado fue una serie de cortometrajes documentales que retratan la experiencia migrante desde una mirada joven, empática y genuina. Según Chapa, esta vivencia también transformó a los adolescentes: “Creemos que esto hace conciencia en ellos, les abre el panorama y los conecta con su entorno”.

El taller no solo se centró en la producción audiovisual, sino que tuvo un enfoque integral: desde la escritura del guión hasta la edición y postproducción. La dinámica de trabajo en equipo ayudó a los participantes a desarrollar habilidades colaborativas, al tiempo que exploraban su creatividad. “El cine es colectivo, y eso también es una enseñanza importante para ellos”, apunta el cineasta.

Chapa reconoce que trabajar con adolescentes es un reto: “Están en una etapa en la que absorben mucho, pero también son más cerrados. Nos ayudó mucho incorporar lo lúdico, el juego. A veces dudábamos si estaban realmente interesados, pero al revisar sus memorias, nos dimos cuenta de que sí estaban involucrados”.

Desde su creación en 2017, el colectivo Sin Llorar ha trabajado activamente para fortalecer el cine independiente en Saltillo. Ha organizado talleres, funciones y ha producido cortometrajes que visibilizan problemáticas sociales locales. El nombre del colectivo no es casual: “Al inicio nos autocensuramos, pero decidimos recuperar nuestra identidad original. El cine es un camino difícil, pero hay que enfrentarlo sin lamentaciones. Por eso: Sin Llorar”, dice convencido Chapa.

Con varios guiones listos y la convicción de que el cine puede cambiar vidas, el colectivo planea retomar la producción este año con más fuerza. “Queremos seguir haciendo más cine. Más historias desde el norte. Más voces que se escuchen”.

Foto: Karla Gómez

Pie de foto: Con varios guiones listos y la convicción de que el cine puede cambiar vidas, el colectivo planea retomar la producción este año con más fuerza.