Ana Liz Leyte NOTICIAS

Las empresas factureras y/o fantasmas llegaron a la entidad para prevalecer la cultura de la corrupción y la falta de rendición de cuentas.
Erika Yadira Pérez Mérida, auditora financiera del Colegio de Contadores Públicos Chiapanecos (CCPCH), explicó que la opacidad financiera y la evasión fiscal representan desafíos persistentes en el panorama económico de Chiapas. En este contexto, las denominadas “empresas factureras” o “fantasmas” nacen bajo el cobijo criminal y fraudulento, socavando la recaudación de impuestos y distorsionando la competencia leal.
Estas entidades, que simulan operaciones comerciales para generar facturas deducibles de impuestos sin una actividad económica real, han puesto en alerta a las autoridades fiscales como la Auditoría Superior del Estado (ASE) y a diversos sectores productivos del estado, menciona la auditora.
La contadora pública señala que, además de generar un daño a la economía de Chiapas, estas organizaciones disminuyen la recaudación fiscal estatal y federal, limitando los recursos disponibles para inversión en infraestructura, educación y salud.
Además, destaca que estos esquemas fomentan la competencia desleal, ya que las empresas que recurren a estas prácticas pueden ofrecer precios artificialmente bajos, perjudicando a los negocios legítimos que cumplen con sus obligaciones fiscales.
“Chiapas actualmente se ha visto afectado por esta problemática de empresas fantasmas. Si bien no están reconocidas o identificadas al 100 por ciento, sí sabemos que realizan ese tipo de operaciones. Uno de los efectos más comunes se evidencia precisamente cuando llegan las observaciones de la Auditoría Superior del Estado, donde se tiene que comprobar o solventar. Bien decimos los contadores que aquello que se tiene que explicar muchas veces es porque no está bien usado; es ahí donde actúan ese tipo de empresas que son las empresas factureras o las empresas fantasmas”, puntualizó.
Una de las características de estas “empresas”, sostiene la especialista fiscal, es que suelen ser de reciente creación o de corta existencia. A esto se suma la presentación de domicilios fiscales inexistentes o compartidos por múltiples compañías, así como una plantilla laboral mínima o nula.
La principal “filosofía” de estas organizaciones, menciona Pérez Mérida, consiste en la emisión de facturas apócrifas a contribuyentes que buscan reducir ilegalmente su carga fiscal. Esto se realiza a cambio de un porcentaje del monto facturado, que puede oscilar entre el 1 y el 10 por ciento, facilitando así la evasión de impuestos como el Impuesto Sobre la Renta (ISR) y el Impuesto al Valor Agregado (IVA).
Una estrategia para erradicar este tipo de prácticas criminales y fraudulentas, indica la experta, requiere la colaboración de las autoridades, el sector empresarial y la ciudadanía. A su consideración, cumplir con las obligaciones fiscales no solo es un deber legal, sino también un acto de responsabilidad que contribuye al desarrollo y al bienestar de la entidad.

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Las empresas factureras y/o fantasmas llegaron a la entidad para prevalecer la cultura de la corrupción y la falta de rendición de cuentas.
Foto: Ana Liz Leyte